miércoles, 30 de noviembre de 2016

A mi amada Charca de Villalba

Esta puede ser mi última carta. Me han pasado muchas cosas desde la última vez que me permitieron escribirte. Los doctores tienen peores intenciones cada día. Todavía quieren hacerme creer que mi nombre es Lidia. Me juran a gritos que amarte es imposible. Piensan que un hombre no puede enamorarse de un cuerpo de agua. No entienden que el río es una comunidad de almas vivas y algunas de sus charcas son capaces de amar. Creen que estoy loco, que lo nuestro es un exceso de imaginación. También dicen que si me declaran inocente, tendré que regresar a la tierra de mis padres porque en este país no seré bienvenido; pero no hay libertad lejos de ti. No hay felicidad sin tu corriente rozando mis muslos y si añoro salir de esta mazmorra es porque quiero reencontrarme contigo. Ojalá entendieran que amarte, charca bella, es lo mejor que me ha ocurrido. Trato de mentir para que me dejen ir. Niego que te amo para que no me golpeen pero no los convenzo. Tienen una máquina más fuerte que un polígrafo; como decía Cheo Feliciano, “Yo no tengo corazón para olvidarte” y por eso no puedo esconderle mis sentimientos a esa caja con cables. Los apodos, las torturas y las preguntas de los fiscales aumentaron desde mi última carta. El dolor ha sido inhumano pero no quiero que entristezcas y mucho menos te reprocho, solo trato de ser sincero como acordamos. He resistido todo tarareando nuestras canciones favoritas. Sobrevivo recordándote. Me cortaron los genitales y me reconstruyeron. Ahora tengo físico de mujer. Me drogan para confundirme. Hay un enfermero que me amarra y viola todas las noches. Dice que tengo que pagar por matar a los hombres salvajes que intentaron destruir tu orilla y llenarte de piedras. Parece que nadie quiere entender que solo trataba de defenderte. No les importa ponerse en nuestro lugar. Tanta insensibilidad me está envejeciendo. Pero hay un doctor nuevo que no es como los demás. Me regaló esta hoja para escribirte y me prometió que te la entregaría personalmente. Ayer, mientras me inyectaba, aceptó que no hay nada malo en el amor que siento pero no puede interceder por mí ante los otros doctores. Insinuó que maté a los guardaespaldas de alguien importante; será difícil salir de aquí. Supuestamente, los abogados quieren aplicar la pena de muerte. No entiendo al estado, ni sus leyes, ni por qué condenan este amor. Solo quiero estar contigo, desvestirme en tu orilla y defenderte nuevamente si fuese necesario. Eres tan importante para mí que todas las madrugadas, cuando por fin me dejan dormir, recuerdo la primera vez que me devolviste una sonrisa. Ese mismo día nos besamos y dormimos juntos. Al amanecer me dijiste que nadie nos entendería y tenías razón. Pero no importa porque me permitiste ser real, sin mascaras o silencios falsos. Gracias a ti, todavía, todas las mañanas sonrío. Si no te amara, en lugar de hacerte una carta, me perforaría el corazón vacío con este lápiz que hoy me ayuda a escribir. Pero no lo haré,  quiero mantenerme vivo para pelear por nuestro amor. Los verdaderos amantes, cuando mueren, se convierten en la tristeza de sus amadas. Yo no quiero ser tu tristeza, charca bella. Quiero ser el hombre dentro de ti, quiero que me dejen amarte. Sobre todo espero que estés bien y que esta carta te ayude a seguir viva, deseándome con las mismas ansias que yo te deseo.

Te ama con fuerzas indestructibles,

José

No hay comentarios:

Publicar un comentario